22 de julio de 2021
El artículo 188 de la Constitución Política dispone que el Presidente de la República simboliza la unidad nacional, es decir, representa los intereses de todas las personas, de quienes votaron por él como de quienes no lo hicieron; de los grupos étnicos, las minorías, las víctimas; de los niños, jóvenes y personas mayores; de los grandes, medianos y pequeños empresarios y de los trabajadores. Ese símbolo no es algo abstracto, sino que demanda obligaciones, la principal: garantizar los derechos de todos los connacionales.
El símbolo de la unidad nacional se vio pulverizado este 20 de Julio, día en el que se conmemora la independencia de Colombia, y, además, el Presidente de la República instala las sesiones del Congreso de la República. Duque pronunció un discurso grandilocuente, lleno de halagos hacia su gestión y elogios a la fuerza pública; y al unísono, como si tratara de una pieza musical el Congreso lo ovacionó con aplausos. Parecía más una rendición de cuentas.
No fue un discurso conmovedor, incluyente, que nos hiciera sentir a todos parte de la misma Nación, en el que se reconocieran los grandes problemas de nuestro país y se plantearan los nuevos retos que ha dejado la pandemia y las protestas sociales. Se invisibilizó por completo las pretensiones de los jóvenes que están en las calles, el desempleo, la inseguridad, la atización del conflicto armado, la falta de garantías para los trabajadores del sector salud, entre otros problemas.
Finalmente, en un gesto bastante antidemocrático el Presidente abandonó el capitolio nacional para no escuchar a la oposición, pero eso sí, en su alocución aprovechó la oportunidad para lanzar pullas a sus detractores políticos y defenderse de las críticas.
No es cierto que Colombia sea el país de las oportunidades, de la igualdad, mucho menos de la meritocracia. Por el contrario, si algo se ha hecho más visible hoy en día es la cooptación de la institucionalidad para pagar favores políticos a través de la burocracia estatal y la captura de los órganos de control para debilitar el principio de frenos y contrapesos.
Colombia necesita líderes que cumplan decididamente lo que ordena la Constitución Política, que dirijan el país en beneficio de todos los ciudadanos, que fijen y privilegien el diálogo en toda situación, que construyan a partir de las diferencias; sin embargo, como bien lo decía el político inglés Lord Acton “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Por: Fabio Camargo
