Desde el pasado domingo 6 de septiembre, se dio inicio a la Semana por la Paz 2020, celebrando la versión 33 bajo el lema “¡El reencuentro es con la paz, #Movámonos!”, es un evento de carácter nacional que busca hacer visible todos los esfuerzos de personas y organizaciones en la búsqueda de la tan anhelada paz, pero será que realmente nos encontramos en disposición y ánimo, para creer que efectivamente, se hacen ingentes esfuerzos por parte de todos los actores sociales y políticos para conseguirla?
Pareciera que no, los hechos sucedidos en las últimas semanas, que según muestran las estadísticas, ya suman 53 masacres en el territorio nacional, el incremento en número de feminicidios, el desbordado desempleo, la crisis de empresarios y comerciantes, la falta de oportunidades a todo nivel, deja un escenario de desasosiego e incertidumbre, que no permite por lo menos en el ámbito del sentido común, generar credibilidad respecto de las acciones puntuales que se hacen en la consecución de la paz.
Todos somos corresponsables, por tanto es a todos a quienes nos corresponde evaluar, que hacemos individualmente por la paz, a quien elegimos, que lenguaje usamos, que tanto nos importa el bienestar y la armonía con otros, podría ser, un ejercicio básico para conciliar nuestro pensamiento y generar algo de autocrítica, no todo es determinismo ni voluntad de Dios como argumentan algunos, tenemos un alto porcentaje de responsabilidad en todo lo que hacemos y decimos, de tal forma, que la paz no es un ejercicio académico con la matriz DOFA, ni un destino señalado por el universo en sus múltiples manifestaciones espirituales, si no un verdadero nivel de comprensión de la realidad nacional y la naturaleza del conflicto. Pareciera que mientras ocurren hechos violentos que realmente socavan el aliento de ciudadanos e instituciones, muchos se dedican a utilizar estos mismos insumos de guerra para destruir voluntades y generar un ambiente de zozobra en intimidación.
Ante tanta escena dantesca y muchos que desean perpetuarlas con fines personales, solo queda mantener el equilibrio y hacer filtro de realidades, es al Estado colombiano y a los colombianos a quienes nos corresponde decidir sobre cual paz queremos y quienes son los gobernantes que realmente adquieren un compromiso para alcanzarla, la región requiere espacios de dialogo, donde la información y el conocimiento sean heraldos en la toma de decisiones, no queremos caudillos ni mucho menos lideres mediáticos que toman banderas oportunistas que enarbolan altivos y analfabetos, de las circunstancias complejas que vivimos los santandereanos.
Esta Semana por la Paz, será una semana más, mientras el gobierno local mantiene un rifirrafe con el anterior, mientras las decisiones estén en manos de inexpertos parlanchines y los que son responsables de las políticas públicas, mantengan una jerga de guerra, que no tiene consideración por la calidad de ciudadanos que vivimos en esta región.
El legado histórico de tantos años de conflicto en nuestro país y la firma de los acuerdos de paz, son hechos concretos e irreversibles muy a pesar de la realidad de la que nos enteramos a diario, no podemos recular ante tamaño compromiso, ni dejar que avancen los enemigos de la paz, su consecución esta en nuestras manos, seres humanos imperfectos, luchando en tiempos difíciles y desesperanzadores, pero es justo ahí, donde se requiere la unidad, el espíritu de solidaridad, reconciliación y la férrea determinación de construir institucionalidad, abriendo puertas a todo lo que represente oportunidad, paz y desarrollo para el Departamento.
La paz, es una labor infinita, imperfecta e inconclusa, que requiere el compromiso de todos los actores y la atención de las necesidades básicas de la población, de tal forma que no puede existir celebración alguna si en ella, no se muestran puntualmente las acciones a favor del bienestar de los ciudadanos y del desarrollo de toda la región, no volveremos a permitir la manipulación de la verdad o que utilicen el miedo para convencernos, cada vez somos más, los que entendemos que las dinámicas de la democracia requiere, amplitud de pensamiento, tolerancia e información.
Por: Naid Nuñez Castillo
