El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha autorizado la realización de bombardeos contra disidencias de las FARC, específicamente contra la estructura dirigida por alias “Iván Mordisco”. Esta decisión marca un giro significativo en su política de seguridad, conocida como “Paz Total”, ya que durante su mandato había mantenido una moratoria sobre este tipo de operaciones aéreas letales como pilar de su estrategia de diálogo.
Esta medida se produce en un contexto de extrema tensión y creciente crisis para el proceso de paz. Las negociaciones con el Estado Mayor Central, la principal disidencia, se encuentran al borde del abismo tras el colapso del alto al fuego bilateral a finales de octubre. El ejército acusa a este grupo de realizar ataques sistemáticos, mientras que la guerrilla justifica sus acciones como respuesta a supuestas ofensivas militares.
La situación se ha visto further complicada por un reciente y masivo ataque con coche bomba en el departamento del Caquetá, que dejó al menos siete militares muertos y una docena herida. Aunque ninguna guerrilla se ha atribuido el atentado, las autoridades lo investigan como una probable retaliación por la muerte de dos disidentes en una operación previa, señalando la peligrosa escalada de violencia en la región.
En conjunto, estos eventos pintan un panorama sombrío para la “Paz Total” del presidente Petro. La reanudación de los bombardeos es interpretada como una admisión de que el diálogo con las disidencias más poderosas está fracturado, priorizando ahora una respuesta militar contundente. Este cambio de rumbo sitúa al proceso en una encrucijada crítica, con la violencia recrudeciéndose y el futuro de las negociaciones en serio peligro de colapsar por completo.
