24 de Octubre de 2025
Un análisis del Laboratorio de Economía Creativa de la Universidad de Yale ha desmontado la creencia generalizada de que la inteligencia artificial está provocando una destrucción masiva de puestos de trabajo. Tras examinar los datos de empleo a nivel nacional y por ocupaciones, los investigadores concluyen que no existe evidencia de una disminución significativa en el empleo atribuible directamente a la IA. Incluso en aquellos sectores considerados de alto riesgo para la automatización, como el transporte o las oficinas, no se ha observado la temida caída en las cifras de contratación.
Por el contrario, el estudio revela que en muchos de los sectores donde más se está adoptando la IA, como la tecnología de la información, la ingeniería científica y el desarrollo de software, se está produciendo un notable crecimiento del empleo. Este fenómeno sugiere que, al menos por ahora, la IA está actuando más como un complemento que mejora la productividad y las capacidades humanas que como un sustituto directo de la fuerza laboral. La tecnología estaría creando nuevas tareas y roles, en lugar de simplemente eliminar los existentes.
El informe también señala que la percepción pública del impacto de la IA en el empleo es más pesimista que lo que indican los datos reales. Mientras que los titulares y el debate social a menudo se centran en las pérdidas potenciales de puestos de trabajo, la evidencia empírica actual muestra un panorama laboral resiliente. Esta discrepancia puede deberse a que la adopción de la IA es un proceso gradual y sus efectos a largo plazo aún son inciertos, pero los datos disponibles hasta la fecha no respaldan la narrativa catastrofista.
En conclusión, el análisis de la Universidad de Yale ofrece una perspectiva tranquilizadora y basada en datos: la inteligencia artificial no está destruyendo el empleo de manera generalizada en el presente. Sin embargo, los investigadores subrayan la necesidad de un seguimiento continuo, ya que el impacto de la IA podría variar a medida que la tecnología se vuelva más sofisticada y se extienda a más industrias. El desafío futuro no estaría en la destrucción neta de empleos, sino en gestionar la transición y garantizar que los trabajadores desarrollen las habilidades necesarias para adaptarse a un mercado laboral en evolución.
