13 de mayo de 2025
El pasado domingo Colombia celebró el Día de la Madre. Las redes sociales se llenaron de mensajes de amor, los centros comerciales colapsaron con promociones y las escuelas organizaron actos para homenajearlas. Pero más allá de las flores, los desayunos en la cama y los poemas, pocas veces nos detenemos a pensar en lo que significa ser madre en este país. En especial, ser madre y trabajadora. Y más aún, ser madre cabeza de hogar.
En Colombia, más del 40% de los hogares están encabezados por mujeres, según la última Encuesta de Calidad de Vida del DANE, de 17.5 millones de hogares colombianos, el 44.2% están a cargo de mujeres. De estos, el 69,7% son encabezados por mujeres solas o sin pareja. Muchas de ellas lo hacen en condiciones laborales precarias: sin estabilidad, sin horarios definidos, sin seguridad social. Son quienes sostienen la vida con jornadas interminables, ingresos insuficientes y doble o triple carga de trabajo: el remunerado, el doméstico y el de cuidado.
La feminización de la pobreza no es una consigna teórica, es una realidad cotidiana. Y es también una deuda histórica que el país arrastra. Por eso, hoy más que nunca, es urgente poner en el centro del debate público las condiciones laborales de las mujeres, y especialmente de las madres trabajadoras.
La Reforma Laboral, iniciativa de este gobierno propone cambios importantes para dignificar el trabajo de millones de colombianos y colombianas: prioriza el contrato a término indefinido, regula con justicia el trabajo por plataformas digitales, garantiza licencias, protege derechos fundamentales y establece un horario de trabajo justo.
Y en ese mismo sentido va la Consulta Popular. Preguntas como la que plantea permitir licencias por condiciones médicas y periodos menstruales incapacitantes, o la que promueve garantías para las trabajadoras de plataformas, tienen un impacto directo en la vida de miles de mujeres. Porque ¿quién piensa en las madres repartidoras que entregan comida bajo la lluvia? ¿Quién protege a las empleadas domésticas que envejecen cuidando hijos ajenos mientras los suyos esperan en casa?
Celebrar el Día de la Madre no puede reducirse a gestos simbólicos. Es momento de que el país avance hacia la justicia real para quienes, incluso sin descanso, sostienen los hogares, la economía informal y la vida misma.
La democracia se fortalece cuando las decisiones incluyen a quienes más han sido excluidas. Cuando el trabajo digno deja de ser un privilegio y se convierte en un derecho para todas. Por eso, defender la Reforma Laboral y participar activamente en la Consulta Popular también es una forma de honrar a nuestras mujeres y madres.
